Parte I
El premio
Me he enterado de que don Arturo Ruiz, el miembro estrella de Los Fetos, ganó un concurso sanmarquino este abril pasado. A escasos 4 días después de mis dos décadas. Hombre, felicidades, pues, don, yo ni sabía. ¿Tan efímeros son los concursos de poesía? O, ¿es que yo soy un despistado trémulo? ¿Qué hace a alguien excepcional? ¿Sus estudios de la alta literatura, Marcel? ¿Sus prosas apotropaicas, Jesús? ¿La sicalipsis demencial reprimida en depresión de obsesión, Maruja? ¿O es que acaso cualquiera con tal de ser chévere y común o bien solo chévere, hombre, ya, también común, puede escribir tan finamente como Pessoa, verbigracia? Carlos Reyes apuntala, en un comentario en el desaparecido blog del CELIT de San Marcos, que hizo por aquel mes, el de abril, el mes más cruel –T.S. Eliot dixit– , el mes del natalicio de dos de los fetos y presuntamente también el de su benefactor, cuando aún Ruiz no se había perdido en los montes de las hienas villenas, que, pues, no es necesario estudiar literatura o filosofía para escribir poesía sino solo sentirla, sentir como poeta. O al menos, eso fue lo que dejó traslucir.
–Felicidades, Arturo, ganaste el concurso del CELIT, Ese puerto existe, con una chica.
Arturo frunció el seño, si bien la idea le resultaba común, cotidiana: ganar es cosa de todos los días cuando uno se sabe bueno. Ergo, ¿ganarlo, co-ganarlo, con alguien más que no sea uno mismo o sus demonios? Eso no. Eso era más bien molesto, insólito, no común.
La poesía es esencialmente difícil. Leerla, hombre, leerla es durísimo. ¡No se puede leer de un tirón un poema! Sería un absurdo. Borges, y Arturo lo sabe, decía que leer es mucho más complicado que escribir. Yo no adscribo a esa idea, salvo si lo que se lee es poesía. Escribir un cuento o una novela es harto más arduo que leerlos. Escribir es, pues, trabajo duro, industrial, menesteroso que merece cierto reconocimiento o más bien aceptación, como un premio, por ejemplo.
Señorita M... aspira el resentimiento en el aire y opina que escribir es demasiado fácil, escribir bien es, citando a Guise, un trabajo abismal que podría tomar años; que años, décadas...claro dependiendo del talento (ja, talento).
ResponderEliminarconcluyo diciendo que tu post me dejó un sabor enteramente sicalíptico XD
Y aspira bien Maruja. No es el spleen francés, es el smog limeño. Tan corruptor, tan hediondo, tan, babasónicamente, fácil y nada grácil. Casi tanto como escribir tumbándose a Guise –deconstruyéndolo– y yo publico, habrase visto.
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