jueves, 2 de diciembre de 2010

La chica bombón

I

Mi queridísima amiga María Claudia Sánchez me dice Empaminondas Magallán, hay una nueva pareja en el salón.

–Las hay varias, querida María. –le respondo.

La chica bombón pasa risueña por el pasillo de la facultad y le hace así con los ojitos a María Claudia y a mí ni me saluda, aún está fustigada por lo de la otredad, pienso. A los pocos metros corre sin parar Arturo Bobadilla, el mejor del género épico peruano, traductor de Aristófanes y Hesiodo al araucano. Diana, le grita, espérame, le implora.

–¿Los viste? –Me pregunta María Claudia– Paran así, de arriba para abajo: él implorándole amor, ella quemándole el clamor.

–¿Los chanchos vuelan, Claudia María?¿Cómo es eso de que el mejor amigo del cielo, Saturno Bobadilla, va estar tras Dianita Torres?

Es cuestión de edad me dice Sánchez, debe ser o claro le respondo, da igual. Putamadre y pensar que tú lo besabas meses atrás, mujer. Qué tonta fuiste y por quemarte las manos además. María Claudia, como era usual, no entendió.

Al poco rato, llega Empédocles Jesús, Ve doble El Tirador, desde el Británico de Miraflores. Me mira con una cara de sorna. Esboza una media sonrisa e intercambia guiños con María Claudia Sánchez y Carlo Sar.

–¿Y la saltimbanquería, monsieur? –Le pregunto–.

Estaba acompañado de Clotilde Espejos, miembro suplente de un colectivo villarrealino que se quedó con dos miembros. Dicen que el tercero se fue de pena. 

Y por fin Arturo alcanzó a la chica bombón. Ella reía sin parar, él trataba de callar. Me acerqué.
Ella frunció el ceño y Arturo se cagó de la risa (...)

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