martes, 7 de diciembre de 2010

A propósito del chico bombón o del guiño sonámbulo (Primera parte)

II

Iván Yapatera nos mira de lado y sonríe, pero solo por unos segundos. Finalmente pasa de largo, piensa en alguna contradicción in adjecto, entra al salón y se sienta en una de las últimas carpetas. Suponemos que la proclama anarquista que un estudiante de Lingüística dejó grabada sobre el tablero de aquella es la responsable de que Yapatera ría estrepitosamente. No hay nadie más en el salón. Observamos que ha aprendido a reír y lo felicitamos mentalmente puesto que el aprendizaje ha sido lento y pesaroso (ocho o nueve semanas de abstinencia sexual como mínimo).

Los ojos de Iván Yapatera, adormilados, nos sirven: el salón se llena lentamente, la luz que ingresa por los ventanales ilumina los rostros de los estudiantes, y tienta a Yapatera la idea de que el salón es un gran pulpo que traga inmisericordemente a sus víctimas. "No obstante, estoy salvado", piensa Yapatera, y ríe nuevamente, aunque con algo más de recato. Observa al bueno de Percival y, luego del "Hola, ¿qué tal?", vuelve a su castillo de hojalata. Desfilan luego Jesús Verástegui y Pablo Rivasplata, quienes pasan a sentarse frente al pizarrón. Kôrogi El pelucas Torres, especialmente sombría, llega del brazo de Rita Reaño, especialmente risueña. Vemos que Verástegui susurra algo al oído de Rivasplata y sospechamos lo peor: algún problema con Bobadilla, el incordio aún no resuelto. Pero es que Rivasplata está pisando el pie de Verástegui, y su sensibilidad es harto conocida. "Nadie cree ya que El pelucas viva envuelta en sombras", piensa Yapatera, "sobre todo desde el asunto con Bobadilla", al tiempo que Reaño besa su mejilla derecha. Un beso limpio. Reaño se sienta a su lado, saca un cuaderno de su morral y escribe algo que no logramos leer desde aquí. El pelucas se despide, desciende algunos escalones y contempla el discurrir del nouveau duo. Verástegui percibe que alguien lo dibuja entre pupila y pupila y vuelve a susurrar al oído de Rivasplata. Lo cómico se inmiscuye en tanto que Yapatera se considera afortunado, lo que nos obliga a abandonar el frontispicio de su castillo.


Lastimosamente, faltan pocos segundos para que la cinta llegue a su fin. Son, no obstante, segundos decisivos: Kôrogi El pelucas Torres ha llegado al ámbito del flamante dúo dinámico y, qué creen, Rivasplata menciona a Bobadilla. La fórmula es sencilla mas efectiva. Verástegui se sonroja y Torres sonríe. Estos minutos nos han bastado para conocer los resortes de Yapatera y no nos es difícil adivinar su siguiente pensamiento: "Ojalá no llegue nunca el payaso de Bobadilla."


(Versión de la profana de La chica bombón, originalmente publicado en: http://monstruorumartifex.blogspot.com/2010/12/proposito-del-chico-bombon-o-del-guino.html)

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