Decir que los poetas son esnobs no es desmerecer su poesía,
es reafirmarla con el rictus que nos confiere la vanidad y que algunos, los del Palais Concert, desentienden.
Decir que todo se sexualiza por los designios del judío de los divanes maravillosos, cómodos,
es ningunear el placer desde su concepción misma: la pequeña.
Decir que Abraham, ¿en un rictus poético?, designó a Patricia, que es el Perú, la suma de Eldorado podría causar consternación,
que es como se le conoce a la acción endeble de arsirse de la poesía.
Decir que nuestras crónicas, efímeras y tendenciosas, son tan innobles o afrentosas,
es malquerer nuestras dulces pretensiones inmortales y aguarrientosas.
Decir que sabemos que, inevitablemente, los poetas siempre hablarán de su poesía, la elogiarán y se endilgarán epítetos harto amables,
es caer en cuenta de la inutilidad de todo aquello que tratamos, poéticamente, de transcribir desde un sino indesligable.
¿Qué quisiste decir,estimado y prosopopéyico, Verástegui? :S
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